Concepto “high altitude”
“En cada vez más ámbitos de la vida desaparece la materia como fundamento; información, codificación y estructura ocupan su lugar. En lugar de una distribución fija, aparece la idea de una interacción generalizada.” (François Lyotard )
La crisis financiera actual ha ahondado en una dramática cognición, y es que a menudo ya no tratamos con cosas reales, productos, comercio real o mercancías. Esta experiencia de virtualidad se refleja claramente en el mercado económico-financiero global. Si antes se trataba del cambio de mercancías, ahora se trata sobre todo del cambio de informaciones inmateriales. Todo se convierte en signos. Cada signo remite a otro y ya no a algo real. Detrás de cada signo se esconden otros signos y detrás de todos ellos, códigos y simulacros, la amplia y gran “nada”- el derrumbe del sistema. Jean Baudrillard prevenía ya en los noventa: “si los valores virtuales retroceden en la economía de producción, se desatará una catástrofe”.
Consideramos como elevado o sublime aquello que rebasa los límites convencionales en la escala de la experiencia, aquello que da la idea de una esfera establecida por encima de nuestra realidad cotidiana. Es como la entrada a otra dimensión. El filósofo mediático Vilém Flusser lo describe así: “quien no ha subido nunca una montaña, no ha vivido. Vegeta en lo llano. Le falta la tercera dimensión, la de lo sublime.” También las inconcebibles cantidades de dinero que circulan por el globo en tiempo real sobrepasan nuestra imaginación y son sólo accesibles como valor inmaterial. Lo sublime se distingue por una alta afinidad con lo inmaterial. En un contexto científico sublimación significa la transición directa de una materia sólida a estado gaseoso. Este proceso de sublimación caracteriza también el desarrollo de nuestra sociedad en las últimas décadas. De ser una sociedad industrial que labra la materia, la sociedad de hoy se ha convertido en una sociedad informatizada procesadora de datos. Esta desmaterialización ha llegado a un grado muy complejo de conexión, cuyo efecto sinérgico puede causar aceleraciones exponenciales, que pueden desbordar sencillamente la mente humana. Las tecnologías de la información se resumen en un desplazamiento tectónico de la percepción de espacio y tiempo. La humanidad se enfrenta a un proceso de complejidad tan dinámico que los supuestamente identificables confines se subliman ya en el momento siguiente. El sistema de valor virtual podría en el futuro exigir su reencarnación en el mundo real.
La virtual montaña de números en los gráficos de la bolsa se re-sublima, en esta serie fotográfica que Najjar presenta, en la materialidad y masividad de la cadena montañosa argentina. De igual modo que los charts, las montañas tienen un desarrollo temporal, una biografía. Los acantilados que se elevan hacia el cielo, estratificados a modo de palimpsesto, muestran la historia y la vida de la montaña. Son un registro del tiempo que no se puede entender dentro de las escalas humanas. La montaña se revela como algo cuyo ritmo se puede experimentar emocionalmente y también disfrutar, al igual que puede suponer una amenaza mortal. No obstante, el ser humano no puede absorber ese ritmo. Se siente el pulso de la montaña, se sabe de él, pero no se le puede acompañar. De este modo la realidad de la naturaleza se convierte para nosotros en una experiencia virtual.
El alto nivel de simulación de nuestro mundo actual y futuro, la aparente simulación de no ser nada, es una realidad seductora y amenazante al mismo tiempo.
También la subida a una montaña y el logro de la cumbre es una peligrosa y existencial experiencia límite. El cielo da la impresión de ser palpable con los dedos, el lejano horizonte es el confín del finito rumbo al infinito. La grave carencia de oxígeno unida a un extremo agotamiento físico difumina los límites entre realidad e imaginación. La percepción del espacio y el tiempo se tambalean. El sentimiento de sublimación es abrumador, acompañado de algo indescriptible.
El 29 de enero de 2009 a las 14:25 Michael Najjar alcanzó la cumbre del monte Aconcagua. Con 6.962 metros, es la montaña más alta del continente americano y la más alta del mundo a excepción de las cumbres del Himalaya. Tras seis meses de intensa preparación física, a principios de enero partió hacia Argentina para subir, junto con una expedición de 6 personas, esta imponente montaña.
El material fotográfico que surgió de la expedición de tres semanas constituye la base de la serie “high altitude”.
La cadena montañosa de “high altitude” simboliza el estrecho margen entre realidad y simulaciónpor medio de la visualización deldesarrollo en bolsa de los más importantes índices mundiales en los últimos 20-30 años.