DARÍO URZAY «En una fracción (desvelado)»

EN UNA FRACCIÓN (DESVELADO)

La Galería Juan Silió presenta la primera exposición del artista Darío Urzay (Bilbao, 1958) en su sede de Madrid. En una fracción (desvelado) es su trabajo más reciente, en el que viaja de nuevo entre técnicas y formatos diferentes para evocar las huellas dejadas por la luz. Su habitual análisis de la materia y de las representaciones está centrado en un juego de opuestos – negativo y positivo, quieto y móvil – que ahora toma especial presencia en el color y en la relación entre el pasado y el futuro, construyendo imágenes que distorsionan el espacio-tiempo.

Tal y como señala Mikel Onandia en el texto que acompaña a la exposición, la nueva serie de dibujos de Darío Urzay referencian «por un lado, una colección de negativos fotográficos realizados décadas atrás por su padre y que el artista se resiste a desvelar; por otro, el interés por los dibujos de George Seurat, que admira desde tiempo atrás» y que lo introducen en un mundo de grisallas e imágenes puntiformes. El resultado es «una producción abstracta que sugiere mundos imposibles, la obra de Darío Urzay es fruto de una constante reflexión en torno a la mirada y la percepción».

Las partículas de polvo adquieren protagonismo bajo la luz, representando una coreografía en el espacio, materializándolo y dejando entrever, fugazmente, lo que podría ser otra dimensión. Si invertimos el proceso, el movimiento de una vela bajo un soporte permite dibujar y traducir el rastro de luz. El resultado son las formas puntiformes más primitivas y el negro de humo, que nos trasladan también a un espacio indeterminado cargado de la fragilidad que conlleva situarse ante un registro desconocido.

De esa manera enfrenta Darío Urzay sus últimas obras, si bien la utilización del negativo es una constante en su trabajo, que exprime todas las posibilidades técnicas y formales de su representación. El negativo de la huella de una mano, el de una captura fotográfica o incluso el negativo de un color. La idea del opuesto presenta dos realidades y reitera su necesidad de capturar lo que hay de uno en el otro. Si conseguimos situar el opuesto, quizás obtengamos las claves para entender la realidad en la que nos encontramos.

Las representaciones, fantasmagóricas en algunos casos, ahondan en el carácter misterioso de las obras de Urzay en las que, de nuevo en palabras de Onandia, «la ambigüedad sobre su naturaleza pictórica o fotográfica, entre lo digital y lo analógico, lo virtual y lo real, se resuelve en este caso en favor de su cualidad táctil, cuyo revelado no funciona como un contrario exacto, sino como un ensayo de creación de una realidad imposible de desvelar».

Esa incertidumbre estaba ya presente en las Camerastrokes, que el propio artista define como «una serie recurrente en el tiempo, que comenzó allá por 1991. Son gestos en el aire, sosteniendo una cámara fotográfica durante uno o dos segundos de exposición con el obturador abierto. Es una manera de dibujar con el cuerpo dejando un registro en la mano». Así define el propio Urzay esas abstracciones que parecen reflejar el rastro del movimiento de la luz, pero siempre observada desde nuestro mundo, desde nuestro tiempo. La búsqueda de similitudes mediante la inversión de procesos le lleva ahora a procesos menos tecnológicos, más inestables, con los que logra sin embargo imágenes sostenidas sin un tiempo determinado. Una cueva, cuyo techo es el soporte pictórico y bajo el que se sitúa para ejecutar el movimiento de la vela, es el portal que conecta con otra dimensión. Entre esas imágenes, como una referencia que une tiempos y pasados, aparece la imagen tomada por su padre y que el artista conservaba revelada, pero no positivada. Es un lugar difícil de situar que abre una grieta espacio-tiempo, dejando ver una similitud entre lo que parece sacado de un futuro, con lo sacado del pasado. Podría ser real, inventado o quizás haya captado el paisaje que se ve cuando logramos viajar a la velocidad de la luz.

El negativo también está presente mediante la inversión de colores, como el turquesa que emerge como contrario del rojo, y se expande en formas que nacen de baldear y dejar que la pintura fluya hasta encontrar su propia forma. La composición es un paisaje que se aleja de la visión contemplativa de los objetos o de la naturaleza, y utiliza la propia mutabilidad de la materia como eje de la acción y de representación. Imágenes y capas que se superponen, que se enredan formando ambientes que representan tanto lo macro como lo micro, y se describen de nuevo bajo la apariencia de contradicción. La quietud de imágenes que se expanden en todas direcciones -como las partículas de polvo bajo la luz- hacia lugares donde arriba es abajo y abajo es arriba.

 

Darío Urzay (Bilbao, 1958) recibió el Premio Gure Artea del Gobierno Vasco en 2021. Su obra forma parte de numerosas colecciones, entre las que cabe destacar el Museo Guggenheim Bilbao, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Centro Nacional de Arte Reina Sofía de Madrid, el MACBA de Barcelona, el Deutsche Bank Collection de Londres, Colección BBVA, el Museo Würth en Logroño, FNAC Fondo Nacional de Arte Contemporáneo en París, la Colección Iberdrola, The Prudential Collection de Nueva York, Marugame Hirai Museum de Marugame (Japón), el Banco de España en Madrid, la Fundacion Botín en Santander, Patrimonio Nacional, Museo de Arte Contemporáneo Patio Herreriano en Valladolid, la Fundación I.C.O. de Madrid, Holm Collection de Noruega o la Fundación Sorigué en Lleida. Su trabajo ha sido reconocido también con galardones como el Premio Nacional de Arte Gráfico (2005), el Excellent Work Award en la Bienal de Beijing (2005).

 

 

28 enero – 18 marzo de 2023

Darío Urzay

Galería Juan Silió
C/ Dr. Fourquet, 20, 28012. Madrid.

Horario:
Martes – viernes,
11:00 – 19:00 h.

Sábado,
11:00 – 14:00 h.

 

Exposición subvencionada por el Ministerio de Cultura y Deporte