La artista madrileña Bárbara de Rueda, afincada en Cantabria, regresa a la Galería Juan Silió con “El sonido del silencio”. En su tercera exposición en esta sala, presenta una serie de doce fotografías que han sido realizadas sobre la base de unas cajas de madera portadoras de objetos cotidianos y personales, de gran valor afectivo.
Saint-Exupéry dijo “Solo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos”. Esta cita puede ayudar a comprender los últimos trabajos de Bárbara de Rueda, en los que el recorrido vital de los objetos fotografiados es de gran importancia ya que ella es quien lo crea, lo forma, lo fotografía y lo destruye; dejando para el espectador únicamente la esencia de su ser o interpretaciones distorsionadas de la realidad. Debemos pues, mirar sus obras con el corazón para llegar a descubrir lo esencial que hay en ellas.
De Rueda trabaja con su mundo más cercano y sus obras se pueden considerar en cierta manera autobiográficas. Utiliza aquellos objetos guardados muchas veces sin saber porqué pero que en un momento dado son ensamblados unos con otros fusionando historias y creando nuevas lecturas con experiencias pasadas.
Al comienzo del proceso, las cajas aparecen llenas de objetos, se parte de un barroquismo que poco a poco va desapareciendo al ir retirando elementos. Todo este proceso de eliminación es filmado y fotografiado hasta que, finalmente, se reduce el espacio tan sólo a la luz y la sombra. Una vez captados por la cámara esos momentos, se concluye quemando la caja haciendo desaparecer cualquier referencia física.
En las fotografías de Bárbara de Rueda encontramos detalles ampliados de objetos que dan lugar a peculiares imágenes casi abstractas a primera vista. Estas fotos son prueba de la potencia visual de los detalles y en la originalidad de la composición final. Además, dan sentido a la idea de que cualquier objeto desprovisto de su función adquiere una vida especial y se convierte en una historia.
Las cajas son de dimensiones diferentes, o bien de 60 x 40 cm o de 30 x 30 cm, y son el elemento que actúa como límite espacial. Como ya hemos indicado, a medida que éstas van siendo fotografiadas, se va prescindiendo de objetos. Se trata de un proceso de interiorización. Cada caja tiene por lo tanto un inicio y un fin en sí mismo. Existe una continuidad de espacio – tiempo pero cada una de ellas es independiente y posee su propia personalidad.
Además de las doce fotografías realizadas en impresión UVI sobre lienzo, la exposición se completará con un álbum fotográfico a modo de catálogo que recogerá otras fotografías del proceso sobre papel lumínico.