ACE IN THE HOLE
―Pero «gloria» no significa un argumento que deja bien aplastado» ―objetó Alicia.
―Cuando yo uso una palabra ―insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso― quiere decir lo que yo quiera que diga…, ni más ni menos.
―La cuestión ―insistió Alicia― es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
―La cuestión ―zanjó Humpty Dumpty― es saber quién es el que manda…, eso es todo.
Lewis CARROLL, Alicia a través del espejo
(Traducción de Jaime de Ojeda)
Otra exposición, otro grupo de cuadros y otra vuelta de tuerca alimentando esta «ficción» que es mi obra como una tela de araña que se va tejiendo en cualquier dirección y siempre, es lo único cierto, se aleja cada vez más del punto de partida. Empecé hace tiempo con una trama que hoy ya se confunde con muchos otros hilos conductores a los que he vuelto para construir otros enredos.
La sociedad se fundamenta un armazón de ficciones que ordenan una imagen del mundo que se nos ofrece como real, ordenada e ineludible. La realidad solo es palpable y concebible cuando se sigue el orden impuesto por una ficción dominante. El arte, de ser arte, debiera estar en los antípodas, en otros lugares, pues incluso cuando intenta ser la cara opuesta a la ficción del poder que todo lo ordena, termina siendo paradójicamente un instrumento más de ese mismo poder.
Cuando en los años 70 empezaba a pintar podía haber elegido cualquier otra practica en boga… ya la «Muerte de la Pintura» era un hecho… que no solo me pareció oportuno sino algo excelente puesto que gracias a ello ya podía pintar con toda tranquilidad sin ninguna traba.
Está claro que ya en el siglo pasado (XX), si esta sociedad no se hubiera encontrado con las artes plásticas que le tocaron como herencia nada hubiera hecho por intentarlo.
La lógica de la producción racionalizada impuesta en nuestros días tiende a mirar con malos ojos a todos aquellos individuos que con pocos y muy modestos medios hacen cosas tan gratuitas, innecesarias y ajenas al sentido común dominante como el arte.
En esta sociedad solo orientada hacia la producción, hoy se habla con altanería de «producción cultural», «industria cultural», «centros de producción», etcétera. Paradoja, pues el arte; hoy, ¡lo que es producir si se produce algo es más artistas que no más arte! Y desgraciadamente en esta gran ficción de la cultura que es todo y nada al mismo tiempo, todo es producto. La misma cultura ha levantado un entramado que produce mercancía similar y en cascada según las reglas del momento. Todo esto, claro está, confundiendo la idea de igualdad con el concepto vaporoso de democratización de la cultura. Se impone el sentido común de la producción frente al caos de la creación, siempre peligrosa para todo sistema de orden. Hoy el arte de moda, aparte de ser espectacular para atraer el turismo, ha de ser antiinstitucional de tal manera que complete el circulo perfecto de la ficción productiva. El artista ha terminado siendo el burócrata del sentido común al servicio del orden, pero representando el papel de «malo», pues ¿sin un malo como iban a parecer tan «buenos» sus mandarines? El resto de creadores que no comulguen con estas ficciones, que no mueven la boca cuando sus dueños hablan, quedan en el desierto.
Nada mejor que el desierto, o las ruinas para, con los restos, construir ficciones alternativas y jugar a eso que un tiempo fue respetable e innecesario como el arte…
La cultura es una gran farsa, un gran guiñol que amordaza la eterna barbarie, el deseo creativo y desbocado que en su momento pudo, puede o podría tener el individuo como fuente deseante… Y el deseo solo se construye dirigiéndolo a objetos delirantes.
Si la realidad que se nos presenta es una máscara que oculta una cara inexistente, la cultura como institución es una máscara dulce y seductora que desecha todo aquello que no es productivo o no tiene una finalidad clara. Hoy la cultura es rentable como sistema de control. Como todo esto es una gran farsa, siempre queda el ejemplo de Diógenes y sus sofismas, queda la risa y queda alterar el orden del lenguaje desde la excentricidad.
Explicado sucintamente lo explicable, vuelvo a la tela de araña de la que hablaba al principio.
Para esta exposición, he vuelto a algunos de los enredos desde los cuales un día emprendí viajes. He buscado el tono en algunos dibujos collages hechos en los años 80 en New York y de ellos surgen la serie «NOTHING». Los 12 cuadros de este grupo están hechos a base de fragmentos de máscaras azarosamente ensambladas y con solo dos constantes: una, muestran a la vez la superficie interior y la exterior de las máscaras que la componen, generando una nueva mascara, y dos, todas llevan un texto escrito en el que la palabra nothing responde preguntando con sarcasmo a toda esa palabrería en la que hoy el arte parece excusarse a falta de ideas.
El elemento juego y azar es el motivo y motor de toda la obra presentada en esta exposición titulada «ACE IN THE HOLE». Todos los elementos de las piezas están elegidos al azar o casi a salto de mata, descartando mis gustos personales y aun mas el buen gusto que hoy tiende a ser algo lastimero, social y salpimentado de denuncia, pobreza y miseria. Así retomo el tono y juego de una serie de cuadros titulados «CELL» (Celda-Célula) de finales del siglo pasado y principio de este. En ellos son objetos cotidianos los que aparecen casi desapareciendo en la superficie del cuadro, creando una sintaxis y lectura abierta a muchas combinaciones e interpretaciones. En esta serie, con obras tituladas Eye Liar, Mechanic of the theory o Ace in the hole (carta en la manga), el tahúr, el mago, el ilusionista o el trilero son alter egos del supuesto artista excéntrico frente al pretendido artista funcionario del orden y del sentido común.
En mis exposiciones, antes de encontrar respuestas considero importante buscar el lugar donde colocarse, donde situarse, para mirar y una vez hecho esto, tratar de ver lo suficiente como para construir otra lógica, otro orden de las cosas que nos permita ver algo más allá de lo que suponemos visible, pues cuando damos algo por visible lo único seguro es que no hemos visto nada.
Mirar para ver es algo parecido a hacer juego en una mesa de casino< ¿miedo?, ¿miedo a qué? si no ves es que ya no tienes nada que perder...
Esta exposición está planteada fragmentariamente y a base de restos aparentemente incompatibles< es intencionado: esta puesta en escena que desenmascara estafas y estafadores no puede organizar un discurso con la coherencia de lo ordinariamente asumido pues terminaría siendo parte de la misma ordinariez impuesta.
¿Tiene «ACE IN THE HOLE» algo de absurdo? Personalmente, tengo la impresión de que es obra de otro y no de quien escribe, aunque tal vez el uno y el otro ―sospecho― tengan en común «nada que contar» o en el mejor de los casos «muy pocas ganas de decir algo más».
El resto de la obra de mayor escala tiene características similares a las anteriores, solo el personaje o los actores cambian: Alicia, el bufón o Joker (que remite a mi obra de finales de los 80) y los ventrílocuos (que ya aparecen en ciertas obras de los 70).
Palabras e imágenes, palabras en busca de una fuente ya que las bocas solo articulan como obedeciendo órdenes que vienen de arriba e imágenes mudas que representan un papel de sombras o fantasmas en unas obras hechas para señalar que lo que hay en ellas habla más de lo que no hay que de lo que tenemos ante nuestros ojos… Como Robert Musil escribe a propósito de su novela El hombre sin atributos: «La historia de esta novela se reduce al hecho de que la historia que en ella debía ser contada no ha sido contada».
No en vano, pinto borrando…
Chema Cobo, Octubre 2017.
ACE IN THE HOLE
04 de noviembre de 2017 – 16 de diciembre de 2017
Chema Cobo
Galería Juan Silió
C/ Sol 45, bajo. 39003 Santander.
Horario: 10:30 – 13:30 h.
18:00 – 21:00 h.
(Inauguración: 04 de noviembre, 20:00h)